miércoles, 28 de abril de 2010

ASIMETRÍAS






DIFERENTE

Has querido seguir indiferente
a los estereotipos
que buscan anatema en lo distinto,
lo que no se parece
a aquello que los dioses consideran modélico.

Y por eso has mirado frente a frente
a un sol que no eres tú,
ni tampoco pertenece a los otros,
los que tiran las piedras a la cara,
aunque digan a voces que te aman,
y andan agazapados bajo los capirotes,
dispuestos a quemarte entre las ascuas
como si se tratara
de una Juana de Arco del siglo veintiuno.

Tu único pecado
ha sido no querer convertirte en Ulises,
sino ser Antinoo,
y no oír las sirenas por mirar a los ángeles.

Tampoco yo prefiero
sentarme entre las cosas
donde todos acuden cada día,
sino besar el aire sobre las amapolas,
pues mi sola bandera carece de color.

Y es que me he dado cuenta de que soy diferente,
como no son iguales las hojas de los álamos,
ni las nubes que pasan tienen la misma forma.

Si te sientes distinto,
si miras diferente,
no le pongas paredes a los campos,
ni levantes un muro con las piedras
que lanzan a tu pecho.

Entonces ven a mí,
a la casa de todos con las puertas abiertas
y ventanas pintadas de mil diversidades…

Desnudo ven a mí,
con tu carne distinta
y tus pies asimétricos vacíos de pecado,
y mójate en la espuma de olas desiguales,
y toca los acordes oblicuos de los pájaros,
y escucha los colores de la naturaleza,
y vive, y ama y siente a tu manera,
porque eres diferente…




ÁNGEL EN SAUNA (BODEGÓN EN CUEROS) 


Yacías ante mí,
queridísimo Ángel,
con las alas de cera cosidas a la espalda,
como un pájaro azul,
desnudo, frente a mí,
asomado al azoque de un estanque sin peces.

No buscabas mis ojos,
pero yo no cesaba de pensarte
los músculos abiertos,
ungidos con el húmedo rocío de la casa.

No he soñado tus noches esclavo de mis labios,
porque sólo he querido besarte con los ojos
una tarde siquiera…

Y pasaron las horas
como si en un instante se clavaran en mí
las plumas de tus párpados…
Pero no me mirabas…
Tú seguías desnudo frente a frente,
yo atado para siempre al volcán de tus nalgas.

Y pasaron las horas…

Luego, busqué tu sombra al fondo de la sala,
y entonces comprendí
que volabas perdido entre los hombres…
Sentí mi pecho ardiendo entre las tablas,
y quedé prisionero,
cautivo eternamente,
de tus alas de cera cosidas a la espalda.



ADRIÁN (AUSENTE) 


Te esperé conectado como agua de mayo,
a través de una nube pintada en el cristal,
por beber el aliento de tu melancolía,
y sentir el abrazo de tu foto, que puse
guardada en el bolsillo oculto de mi chándal,
tan sólo por ser tuya...

Te he anhelado en la noche hurgando tu sonrisa,
esperando la risa de tus ojos de albahaca,
lleno de tu silencio, de tu ausencia que mata,
como busca un borracho tabernas en el alba,
como el pájaro aguarda su día más azul...

Te esperé con el nublo silente de unos besos,
como párpados secos aguardan su colirio,
o el músculo se deja caer sobre las sábanas
porque sabe que tiene prohibidos los abrazos...

A la hora de siempre te esperé en la distancia,
como un mudo poema escrito por mis labios
con el silencio tuyo…



RUIDOS

Glópiti, glópiti, glópiti...
Gemir de hormigonera entre latidos,
presagiando la crisis constructiva
de mi reconvertido imaginario.
Pero no... Será mi corazón el que solloza.

Tictac, tictac, tictac...
El reloj acribilla las horas
de la tarde, que alada despereza
bajo los muros yermos de la casa.
Pero no... Será mi corazón, que se despierta.

Clic, clic, clic, clic.
El ratón ya no quiere ser esclavo
de su lento latir acompasado;
desoladas las teclas se desangran...
Pero no... Será mi corazón el que se agota.

Tras, tras, tras, tras,
Aldabas son los puños que machacan la frente,
golpeando mi torso arrepentido, y me muerden los ojos.
Pero no... Será mi corazón el que te toca.

Triquitraque, triquitraque...
Trasiego de candiles oscilantes
sobre sierpes de brea,
presagio de una historia
de lunas y de bocas...
Pero no, será mi corazón el que te espera.



NOCHES DE NEÓN
Yo también tuve noches
delirantes envueltas en deseo,
noches de colocón y de resaca,
de alcobas perfumadas de semen y de alcohol.
de empolvadas narices,
de lenguas palpitantes
y lentejuelas caídas en el suelo.

Yo también tuve noches,
noches interminables de miradas furtivas,
de cita y desencuentros
y de infidelidades en el váter.
Noches de risas y sonrisas…
de ojeras y peinados imposibles,
de cuartos oscuros y luces de neón,
y algún llanto perdido en las aceras…

Yo también tuve noches,
de esas noches efímeras de rimel corrido
y amnesia incontrolada…



(continuará)

SONETOS OBLICUOS






LAZO ROJO


Esa sola manera de pensarte
atado al lazo rojo de la suerte
te ha forjado inmortal, porque la muerte
cerró sus labios rotos para amarte.

Y yo solo, infeliz, desnudo, inerte,
en mi noche de amor corro a besarte.
Que me riegue tu sangre sin tocarte...
Que sangre de dolor por no tenerte.

Que busque mi memoria la manera
de hurgar entre tus labios dulcemente,
de quererte callar lo que yo quiera...

De separar el cuerpo de la mente
y al instante gozar a mi manera
de la sal que derrama tu simiente.



PUDO SER


Pudo ser y no fue. Pudo haber sido
aquel beso robado en el otero,
los abrazos de fuego, tu certero
equilibrio rozando lo prohibido.

No fue posible amar a mi manera,
como se ama sin tregua ni fortuna,
imantarme de ti, pisar tu luna,
abrazarte después como quisiera.

Yo buscaba tu alma dulcemente,
el zumo de tus labios de quimera,
la divina quietud de lo soñado.

Pero tú me ofrecías el presente
de tu carne, que solo desespera
mi torpe corazón enamorado.



MADRE



No es sólo por haberme dado vida
la razón de que quiera recordarte,
es por el mero gusto de cantarte,
por tantas cosas más, madre querida...

Fueron mil las renuncias de tu parte,
noche tras noche, en vela, adormecida,
dedicación, amor en cada herida
que tu mano curó con mimo y arte.

Por guiar mi navío en su camino,
enseñarme a seguir el buen sendero
y a vencer los envites del destino.

Por mostrarme tu amor vivo y sincero
y hablarme de lo humano y lo divino,
por todo lo demás, madre, te quiero.



MEDINA AZAHARA
(Soneto desesperado)

Déjame que te cante una casida
con mi torpe decir, desesperado,
entre rimas y versos que han llenado
de corazón de luna tus pupilas.

Un capricho oriental ha imaginado
la efímera ilusión de tu perdida
carne de flor de azahar adormecida
en el negro regazo de un esclavo.

Yo te he visto, quizá, como una vieja
de mejillas hendidas de aladares
que clavan sus raíces en la tierra,

un cuerpo de mujer de alma de piedra
y cejas ultrasemicirculares
lacerado por llagas que no cierran.



LUNA DE CUAJO


Luna de cuajo herida de agujeros,
cuya carne desata mis pasiones.
Perla untuosa, que engarzas corazones
y dejas al amor brotes sinceros.

No he de ocultar jamás mi preferencia
por la lengua de sal de tu garganta
que en mis noches secretas se agiganta
como una colosal circunferencia.

Vienes a mí cuando ya he terminado
de darle rienda suelta al apetito,
por insulsos confites contentado.

Pero a ti vuelvo siempre cautivado
para saborearte despacito,
de tu cuajo de luna enamorado.




ORACIÓN A CRISTO DE UN AGNÓSTICO

Dame, Cristo, valor para mirarte
sin caer en el pozo del engaño
de tu misericordia, inútil paño
que enjugue mi dolor al contemplarte.

Fueron años atrás, cuando solía
acudir a velarte de rodillas
frente a mi soledad, por las orillas
difusas de la fe que no tenía.

Hoy no puedo creer lo que no anhelo.
En altares y templos he buscado
y encontré desamor y desconsuelo.

Sólo mi fe en el hombre me ha salvado.
En el hombre yo puse mi desvelo,
porque el hombre es mi cruz y mi pecado.



SUEÑO DE OLIVO


Para mi libertad busco un olivo,
para buscar amor sueño una tierra,
para soñar un día más me queda,
y quedo, como tú, solo y altivo.

He surcado senderos y caminos.
He sabido de cuentos y quimeras,
mas me basta la tierra que me espera
en el verde sosiego del olivo.

Pude gozarte atado a tu cintura,
pero entrego mi alma en un abrazo
a la seca madera del olivo.

Pude vivir pasiones y aventuras,
pero poso mi frente en tu regazo
a la sombra secreta de un olivo.



ACERTIJO


Como gato veloz cruza la sierra
y atraviesa del monte a la vaguada,
cual sierpe sinuosa y plateada
que en su raudo reptar surca la tierra.

Es vencejo sin alas y sin pluma,
un pájaro de pico puntiagudo
que vuela como nadie soñar pudo
y, apenas te descuidas, se te esfuma.

Siendo a la vez guepardo, sierpe y ave,
no es fácil acertar la solución,
aunque alguno presuma que la sabe,
otros pueden pensar que ya no cabe
adivinar mejor suposición.
La respuesta no es otra: 

                                         ¡Llega el AVE!















(continuará)