viernes, 9 de octubre de 2009

CIEGO DE LUNA



PADRE


Pocas cosas te dije con los labios
pero han quedado tantas en mi alma
sin apenas rozarlas.
esperando que un día me atreviera
a sacarlas del fondo de la caja
de las torpes palabras.

Que bálsamo de amor fue tu silencio,
tu palabra la calma que mitiga
la tormenta que pasa.
Con tu mano gastada por el tiempo
sin pedirme siquiera una sonrisa
a la mía aferrada.

Que tu sombra disipaba mi llanto
en las noches de angustia y pesadillas
y nunca dije nada.
Y tus ojos pequeños y serenos
clavados en mis sueños presentía
hasta llegar el alba.

Hoy, al cabo, tras años de silencio,
sólo quiero pedirte que te guardes
esta canción callada
en tu vieja chaqueta, en un bolsillo,
entre papeles viejos y monedas,
no la pierdas,
pues brotó de mi alma.




 NANA PARA UN NIÑO DESPIERTO

A la nana, nanita,
nanita, ea.
Mi niño no se duerme,
mi niño sueña
con otras cosas
que solo le parecen
maravillosas.


A la luna, lunita,
lunita, ea.
Mi niño se depierta
-¡bendito sea!-
brujuleando
por volver a la casa
Dios sabe cuándo.


A la nana, nanita,
nanita, ea.
Mi niño se ha dormido
en la escalera,
porque llegara
sin la llave a las siete
de la mañana.


A la luna, lunita,
lunita, ea.
Mi niño no se duerme,
que se despierta.
Y van henchidas
sus venas de arrogancia,
ardor y vida.




CLARA


Clara es la fuente,
clara la brisa,
clara la curva
de tu sonrisa.

Cuando me encuentro
contigo, cuando
juegas y ríes,
suena tu canto
como la brisa
de mis veranos
frente a los pinos,
bajo los claros
claros de la luna,
entre los pájaros
que me recuerdan
que está llegando
Clara, pequeño
dulce milagro.


Clara es la fuente,
la mar, la brisa
que hay en la curva
de tu sonrisa.






SEGUIDILLA DE LA NIÑA CARMEN


Con tu mano pequeña
entre la mía
me miras y me queda
la sintonía
de tu mirada,
que entre dulce y traviesa
me roba el alma.


No eres, Carmen, aquella 
de Merimée,
mas tus ojos destellan
un no sé qué,
que quien te mira
hechizado se queda
toda la vida.


Al cimbreo del aire
de tu cintura,
de la sal de tu talle
brota la pura
delicadeza,
y tus pies son el arte
que me embelesa.


Con esta seguidilla
sólo pretendo
que derroches, chiquilla,
tu encantamiento
y que se sepa
que eres como una espiga,
sencilla y fresca.